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Años y años: HBO se pone duro con su propia distopía a la Black Mirror (Primeras impresiones) – Noticias de la serie

El mundo saldrá mal.

Si crees que el mundo es malo ahora, espera a ver qué nos espera en dos décadas.

Estados Unidos lanza un misil en China, Irlanda del Norte profundiza los conflictos con Gran Bretaña, Rusia lanza una nueva ofensiva contra Ucrania, las tensiones entre Israel y Palestina se intensifican, la crisis de refugiados adquiere proporciones catastróficas. Las personas hacen sexos con robots, usan máscaras de holograma y sueñan con convertirse en “transhumanas”, desechando sus cuerpos para llevar una existencia puramente virtual (pero las conversaciones de Skype todavía tienen problemas de conexión). La naturaleza está desapareciendo: las mariposas, por ejemplo, se han extinguido. Los discursos de odio aumentan, y también lo hace la revuelta contra el conocimiento: cada vez más personas creen que la Tierra es plana.

Al menos este es el futuro previsto por la miniserie de HBO Años y años. El director Russell T. Davies combina las peores pesadillas de la tecnología, en estilo Black Mirror, con las perspectivas más oscuras de la política nacional y extranjera. Para representar el ascenso de la extrema derecha, crea el personaje Vivienne Rook (Emma Thompson), una mezcla indigesta de líderes populistas y enojados de países como Francia, Estados Unidos, Hungría, Filipinas y Brasil. Odia a los extranjeros, odia a los negros, odia la cultura y las artes, pero seduce a la gente al “decir lo que piensa”, al verse diferente de los políticos tradicionales. ¿Pensaste en algún nombre en particular?


El primer episodio es el más cercano a una serie de terror que la red logra alcanzar sin usar casas embrujadas o chicas poseídas. La narración tiene lugar dentro de una familia tan diversa como un clip de Michael Jackson: está el joven gay enamorado de un refugiado ucraniano, el hermano blanco casado con la esposa negra, con una hija “transhumana”, la hermana en una silla de ruedas, creando el hijo del padre chino, la hermana que vive haciendo trabajo social en Vietnam …

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Pero durante los primeros sesenta minutos, el mundo cambia. La narración avanza rápidamente a lo largo de los años, apropiándose de personas reales y hechos recientes para imaginar un futuro ficticio en el que las cosas solo tienden a empeorar. Más impactante que imaginar una Tercera Guerra Mundial que involucre a Estados Unidos y China es descubrir la naturalidad con la que el guión mata a Angela Merkel y reelige a Trump, es decir, su alusión directa a la geopolítica contemporánea.

La familia principal, atravesada por estos conflictos, comienza a comprar las ideas radicales de Vivienne, naturalizando la barbarie en el extranjero. “Fo ** – se Israel e Palestina”, grita Vivienne en la red nacional, por los aplausos del público. Es evidente que este núcleo ejemplar dialoga con los problemas actuales, muy directamente representados por la narrativa. El episodio se vuelve aún más inquietante porque trata de condensar, con una velocidad sorprendente y con un contenido muy serio, los mayores problemas del siglo XXI en un solo episodio.


El director pide rock pesado en la banda sonora (la opción típica para ilustrar la violencia y las rebeliones) además de la saturación de pantallas para retratar nuestra atención y seducción dispersas con imágenes fáciles y efímeras, mientras emplea una cámara en su mano diseñada para reforzar realismo. La intención es claramente provocar, causar indignación.

Pero, ¿cuál es la función de este shock extremo? ¿Hay una distancia de los hechos narrados? ¿La crítica de todo y de todos conduce inmediatamente a la reflexión, o simplemente apela a los sentidos y las sensaciones? ¿No sería la sucesión de catástrofes demasiado literal o demasiado dispersa?

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Después del comienzo vertiginoso de Euphoria, HBO repite su deseo de poner sus dedos en la herida con Years and Years. La capacidad de abordar estos problemas sin tabúes es encomiable (pocos productores y emisoras tienen el mismo coraje), pero se debe tener cuidado de no contentarse con el valor retórico de shock por shock. Queda la esperanza de que la miniserie encuentre su foco y comience a analizar las causas, consecuencias y circunstancias del escenario actual, en lugar de simplemente hacer una declaración alarmante del caos en el que nos encontramos.