Las olas de calor insoportables representan un riesgo para la salud de todos. Sin embargo, las autoridades suelen advertir que el peligro es aún mayor en adultos mayores y niños. Más recientemente, gracias a nuevos estudios, las embarazadas también están siendo incluidas en este grupo especialmente vulnerable. Se ha comprobado que el calor extremo puede, por ejemplo, interrumpir un embarazo y causar problemas en el desarrollo de los bebés.
No hay muchos datos, porque las personas embarazadas no suelen ser incluidas en estudios relacionados con el tema. De hecho, hay más investigaciones sobre los efectos del calor en el ganado, dice un análisis publicado en Frontiers in Endocrinology en abril de este año. Es un poco de negligencia y subestimación. “El ganado ha sido ampliamente estudiado debido a su importancia económica”, dice este informe. También es más fácil: estos animales suelen estar en entornos controlados, lo que facilita mucho el estudio.
Los estudios son pocos, pero reveladores. Un grupo de investigadores llevó a cabo una revisión sistemática de 68 análisis, publicados entre 2007 y 2019, que consideró la evaluación de aproximadamente 32 millones de nacimientos en los Estados Unidos. El equipo concluyó que 57 demostraron que la exposición al calor relacionada con el cambio climático puede estar significativamente asociada con resultados adversos graves en el embarazo. El informe final, publicado en 2020, menciona dos consecuencias específicas: nacimientos prematuros y bajo peso al nacer.
Este tipo de investigación se ha vuelto cada vez más relevante en un año con un clima tan atípico. “La era del calentamiento global ha terminado, comienza la era de la ebullición global” advirtió António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, la semana pasada. Junio había sido declarado por la comunidad científica como el mes más caluroso de la historia. Hasta que llegó julio para volver a batir el récord, con olas de calor sin precedentes en distintos rincones del planeta.
Calor extremo y estrés en los bebés
Otro estudio, publicado en 2022, revisó el efecto de las altas temperaturas en las agricultoras embarazadas en Gambia, África occidental. Descubrieron que el estrés en la madre causado por el calor extremo se replicó en los bebés por nacer.
El equipo de científicos observó que cada vez que subía la temperatura 1ºC, hubo un aumento del 17% en el estrés fetal. Descubrieron que la frecuencia cardíaca fetal era anormalmente alta o que el flujo de sangre a través del cordón umbilical era más lento. El estrés por calor puede desencadenar la liberación de cortisol, lo que dificultaría el flujo de sangre a la placenta.
Otra investigación realizada en California, Estados Unidos, encontró que por cada aumento de 5,6 °C en la temperatura ambiente, el riesgo de parto prematuro aumentó en un 8,6%. El cuerpo de la mujer embarazada altera la forma en que regula su temperatura para adaptarse al aumento de su tamaño y al trabajo metabólico necesario para el crecimiento del feto. Por lo tanto, esto limita la capacidad del cuerpo para disipar el calor.
Una hipótesis de un estudio publicado en 2021 sostiene que cuando una persona embarazada sufre estrés por calor, el cuerpo libera proteínas de choque térmico. Esto podría provocar reacciones fisiológicas nocivas en el bebé y también en la mujer embarazada. El informe también asocia la exposición al calor con el riesgo de trabajo de parto prematuro, ruptura prematura de membranas, bajo peso al nacer y muerte fetal.
Tener información es clave para el cuidado
Otra explicación podría estar relacionada con deshidratación causada por el calor extremo. Este estado provoca la liberación de prostaglandinas durante el embarazo, lípidos que desencadenan las contracciones. Estas contracciones pueden ser tan intensas que el cuerpo se pone de parto prematuramente, explica otra investigación publicada en 2013.
“Sabemos lo suficiente para actuar”, dijo a Wired Nathaniel DeNicola, obstetra y ginecólogo del Hospital Hoag en Newport Beach. “Si bien no tenemos soluciones perfectas, sí tenemos consejos que podemos brindar”dijo el médico, que participó en el análisis comparativo de los 64 estudios publicados en 2020. Destaca que algunos cuidados básicos pueden ser determinantes para evitar el peligro.
Pero los consejos no son suficientes, también le dijo a Wired Ana Bonell, investigadora de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y directora del estudio en Gambia. “Se necesitan otras soluciones que no se refieran solo a la educación”. Bonell cree que las autoridades deberían brindar ayuda práctica y mejores herramientas, especialmente a las poblaciones más pobres, que en ocasiones ni siquiera tienen acceso al agua potable.
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