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la franquicia muere antes de nacer

Megalodon 2: The Pit, de Ben Wheatley, va directo al grano. Como en la película anterior, muestra una aventura protagonizada por bestias monumentales. Algo que se desprende de sus títulos introductorios, repletos de pistas sobre feroces criaturas submarinas que atacarán el mundo en la superficie. Pero, contrariamente a lo que puedan sugerir sus primeros minutos, ese no es el único elemento de interés en una historia predecible.

Tras un prólogo apresurado, Megalodon 2: The Pit analiza su universo. En la entrega original, el buzo del ejército estadounidense Jonas Taylor (Jason Statham) descubrió la existencia de un megalodón mítico casi por accidente. Una especie de tiburón prehistórico más colosal que cualquier otra criatura marina. Pero la gran pregunta que se formula al comienzo de la secuela es si la bestia, ya conocida, es la única de su especie o incluso el peor riesgo que el ser humano puede encontrar bajo la superficie terrestre.

Megalodón 2: El Pozo

Esta confusa aventura trata de mezclar una historia con tintes ecológicos con el subgénero de los monstruos gigantes. El resultado es un viaje absurdo por todo tipo de clichés que recuerdan a la franquicia más de lo necesario. kingkong e incluso el clásico Godzilla. Pero sin su bien construido argumento y acertado sentido del espectáculo. La secuela de Megalodon termina combinando torpemente un grupo de criaturas a la destrucción y una increíble trama de violencia corporativa. Por su ridículo final, que anuncia nuevas entregas, la película pierde incluso su único punto fuerte, su capacidad de ser más divertida que tediosa.

⭐⭐⭐

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Puntuación: 2,5 sobre 5.

La respuesta, por supuesto, es no. El guión de Dean Georgaris, Erich y Jon Hoeber, como en el libro del mismo nombre de Steve Alten que adapta, se basa en un ataque violento de monstruos desconocidos. Esta vez no uno, sino varios. Lo que lleva a una conclusión. Las profundidades del océano esconden una fauna de criaturas furiosas muy cerca de volverse incontrolables. Particularmente cuando están a punto de ser activados por un ataque humano.

Una exploración donde todo sale mal

Una vez planteado su escenario —una investigación que deberá esclarecer los secretos de los abismos marinos—, el argumento de Megalodon 2: The Pit pasa a una nueva etapa. En esta ocasión, Jonas y su equipo ya no pretenden descubrir la posibilidad real de una forma de vida, sino intentar comprender su alcance. También, los beneficios que puede traer a la humanidad.

Jason Statham regresa como protagonista en Megalodon 2: The Pit.

El buzo y su grupo deben demostrar que las grandes criaturas acuáticas son más que simples bestias. Quizás que pueden ser parte de un ecosistema más grande completamente desconocido. Poco a poco, la intención de Megalodon 2: The Pit se hace evidente. La trama de la película será una batalla entre el bien y el mal. Uno más elaborado que un mero ataque de un tiburón gigante.

las dos historias de Megalodon 2: The Pit

Es entonces cuando la película se bifurca en dos direcciones distintas. Por un lado, la exploración del equipo dirigido por Jonas. Por el otro, la siniestra corporación que desea abusar de los recursos recién descubiertos. Lo que apura la narración en pantalla para mostrar su objetivo: las nuevas criaturas que atacan. Sin más, la película intenta justificar, de manera mediocre, que su único interés es mostrar nuevos monstruos en pantalla. También la ambición de la secuela, que busca superar a la película original con un trasfondo menos superficial.

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Sin embargo, parece que, al final, la película se interesa exclusivamente en la batalla contra las monstruosas criaturas que ahora se expanden en número y variedad. La película no logra profundizar en ninguno de los temas que propone. Habiendo podido reflexionar sobre la violencia contra la naturaleza, la bioética y la percepción del planeta como un ente vivo, el guión se aleja de cualquier reflexión en beneficio del espectáculo.

Las largas secuencias de acción exagerada, y en ocasiones de autoparodia, convierten a la segunda entrega de Megalodon 2: The Pit en una colección de lugares comunes del género. La típica pelea entre un ser humano y un monstruo se repite tantas veces que resulta tediosa. Un giro que se vuelve predecible y acaba siendo limitado en sus recursos y capacidad de sorpresa. Lo que hace de la cinta una trama débil con aires de moral ecológica.

Un viaje hacia el aburrimiento

Si la primera película usó el truco de no tomarse a sí misma demasiado en serio y usar la exageración para reforzar su originalidad, su secuela se burla de esa idea. Sobre todo cuando se esfuerza por ser intelectual, sin tener las herramientas para ser más que una sucesión de cuestionables efectos especiales.

Por su cierre, que abre la puerta a una franquicia, Megalodon 2: The Pit deja claro su mensaje. La humanidad es más temible que los monstruos que pueden habitar la oscuridad de los fondos marinos. Un mensaje incompleto, ridículo y sentimental que nada aporta a la trama ni a su inevitable continuación.

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