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qué es y cómo protegernos de él

Varias playas de Galicia y País Vasco han levantado la bandera roja en las últimas horas por la detección de ejemplares de carabela portuguesa (Physalia physalis). A pesar de su apariencia de medusa, es una especie totalmente diferente, mucho más peligrosa, por lo que basta con ver una para cerrar por completo una playa.

El contacto con el buque de guerra portugués puede ser especialmente grave para niños, personas embarazadas, ancianos o personas alérgicas. En el caso de que se produzca, estos colectivos son los que deberían acudir más rápidamente a urgencias. Asimismo, es importante prestar atención a tu pulso y respiración.

Aún así, incluso para aquellos que son menos vulnerables, el aguijón del buque de guerra portugués es extremadamente doloroso, por lo que es importante evitar el contacto tanto como sea posible. No solo se ven en el agua. También pueden ser soplado por el viento y llegar a la orilla. Por eso, si ves alguno, se recomienda devolverlo al mar sin tocarlo y avisar a los socorristas de la zona para que cierren la playa lo antes posible.

Muchos microorganismos en un cuerpo.

Algo interesante de la carabela portuguesa es que, en realidad, no es un solo animal, sino que está formado por colonias de muchos microorganismos, llamados zooides. Todos ellos se dividen en grupos especializados principalmente en cuatro funciones: flotación, alimentación, defensa y reproducción.

Los microorganismos presentes en el neumatóforo se encargan de la primera. En su metabolismo liberan gases que ayudar a P.physalis a mantenerse a flote. De hecho, es una estructura con forma de vela, que actúa de manera similar a la de un barco. Gracias al neumatóforo ya las corrientes marinas y al viento, toda la colonia puede moverse a una velocidad de unos 20 metros por segundo.

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Por otro lado, el dactilozooides constituyen el tentáculos, encargado de la defensa. Suelen medir 10 cm, aunque a veces alcanzan hasta 30-50 cm. Además, son largas, finas y pueden girar sobre sí mismas. En cuanto a su superficie, está cubierta de células microscópicas, llamadas cnidocitos. Estos, ante determinados estímulos, liberan otra estructura, conocida como nematocistoen que esta el toxina provocando el peligro de la carabela portuguesa. esto es muy escozorpero, además, provoca síntomas que van desde necrosis de la piel a problemas neurológicos y cardiorrespiratorios que, en el peor de los casos, puede conducir a la muerte.

La siguiente estructura especializada es la del gastrozoidesque constituyen pólipos capaces de Digerir comida. Y finalmente, tenemos la gonozoides, que son los pólipos encargados de producir los gametos para la reproducción de la carabela portuguesa.

En ocasiones se pueden encontrar en la arena, debido al arrastre de las corrientes marinas y el viento.

¿Qué hacemos si nos pica una carabela portuguesa?

Aunque el buque de guerra portugués no es una medusa, los primeros auxilios para su picadura incluyen un primer paso común: lavar el área afectada con solución salina o agua de mar. Nunca se debe usar agua del grifoya que podría aumentar la reacción alérgica.

A continuación, se debe intentar eliminar cualquier nematocisto que pueda quedar en la piel. Esto debe hacerse con cuidado, tratando de no tocarlos. Para ello, es recomendable utilizar pinzas y no entrar en contacto directo, ni siquiera usar guantes. Y es que se ha visto que, a diferencia de las medusas, los nematocistos de la carabela portuguesa son capaces de atravesar guantes quirúrgicos.

Como ya hemos visto, las personas de alto riesgo deben acudir al servicios de emergencia. Además, mientras tanto tendrías que vigilar su pulso y su respiración. La urgencia no es tan grande en otras personas, pero si nota dificultad para respirar o un cambio anormal en el ritmo cardíaco, es importante buscar ayuda rápidamente.

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¿Por qué cada vez hay más casos en nuestras playas?

Los barcos de guerra portugueses se han detectado regularmente en las costas atlánticas y mediterráneas desde el siglo XIX. Especialmente en ese momento hubo un gran auge en Italia y España, en la zona del Estrecho de Gibraltar y el Mar de Alborán. Su nombre no se debe a que sean más comunes en la costa portuguesa, sino a que su forma se asemeja a la de los antiguos barcos de guerra que se usaban en este país.

A pesar de que llevamos más de un siglo conviviendo con ellos, es cierto que cada vez hay más avistamientos. Las razones no están del todo claras. Sin embargo, se cree que puede tener que ver con el aumento de la temperatura del agua, la disminución de sus depredadores y la contaminación marina.

Por tanto, como ocurre con tantos fenómenos naturales recientes, volvemos a tener gran parte de culpa. Aunque no lo tengamos, debemos respetar su espacio, pero en este caso, más aún. Si nos los encontramos, lo que debemos hacer es evitarlos, nunca matarlos. Después de todo, somos nosotros los que invadimos su hábitat.

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