En El Príncipe de Navidad: la boda real lo tiene todo: un país europeo falso que lucha con dificultades económicas, parientes intrigantes, romance y una boda real extravagante.
Nada dice “Navidad” como una boda real en un país ficticio en Europa. O al menos esa parece ser la lógica detrás de las últimas películas que Netflix ha estado poniendo en su parrilla. Este largometraje es la continuación de El Príncipe de Navidad, que se estrenó la temporada pasada.
La primera película, que dio lugar a El Príncipe de Navidad: la boda real, tiene una configuración cansada, demasiado cliché. El humilde pero hermoso plebeyo inadvertidamente roba el corazón de un miembro de la realeza europea bajo su verdadera identidad enmascarada. Lamentablemente, podemos ver algunos agujeros en la trama que nos desaniman. Pero, afortunadamente, no sucedió de la misma manera con su continuación.
El Príncipe de Navidad: la boda real es casi una sátira de la boda de Meghan Markle
El Príncipe de Navidad: la boda real comienza con una foto de Amber sola en su departamento de Nueva York. Ella está escribiendo en su cuaderno y tiene toda esa atmósfera glamorosa. Aparentemente, la niña ya no trabaja para Now Beate. En cambio, es bloguera y narra su compromiso con el príncipe Richard en línea.
Aquellos que vieron The Christmas Prince en 2017 recordarán a Simon, más cariñosamente como Lord Duxbury. Regresó, pero perdió todo su dinero (y su Ferrari) en su divorcio con Sophia, quien lo ayudó con el torpe intento de robar la corona de Aldovia.
Simon, que atraviesa un agradable arco de redención, ahora es lo mejor de la película. Y su dramático regreso a Aldovia es el mejor momento cinematográfico de 2018.
En resumen, El Príncipe de Navidad: la boda real es una película adictiva que te hará cancelar tu vida social. Si te gusta el género, querrás ver todas las noches hasta Navidad para soñar con ser Amber. Casi como las chicas tienen a Meghan Markle.
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