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Revisión | El silencio de los corderos (1991)

Haga una prueba y pídale a cualquier fanático del cine que nombre a cinco de los mayores antagonistas en la historia del cine, algunos nombres aparecerán con bastante frecuencia, como Anton Chigurh (Javier Barden) de Where the Weaknesses Have No Time, o el legendario Doctor Julius No ( Joseph Wiseman) de 007; pero un nombre ciertamente aparecerá casi por unanimidad: Hannibal Lecter, especialmente el de Anthony Hopkins, en El silencio de los inocentes.

La película es uno de los grandes clásicos en la historia del cine, y su genialidad fue reconocida cuando se convirtió en una de las pocas películas en tomar las cinco estatuillas consideradas los principales Oscar: Mejor película, Mejor director, Mejor actor, Mejor actriz y Mejor guión adaptado. La película cuenta la historia de Clarice Starling, brillantemente interpretado por Jodie foster, un agente novato del FBI que tiene la tarea de entrevistar a un terrible criminal, el caníbal Hannibal Lecter, en busca de pistas sobre otro asesino que todavía está suelto.

A partir de ahí, comienza un duelo mental entre los dos personajes brillantes. Se sabe que Lecter es un genio, pero Clarice demuestra ser un “oponente” a la altura de su interrogado. La trama de la película deja a la audiencia en el borde del asiento todo el tiempo, con una edición paralela que intercala escenas de la víctima con la búsqueda de Clarice, haciendo que el tiempo parezca cada vez más corto. Al mismo tiempo que la función nos introduce a la historia principal, estamos inmersos en el universo mental de los dos protagonistas de la película, por lo que también ingresamos al juego psicológico presentado.

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En el aspecto técnico no hay grandes innovaciones, pero al mismo tiempo, nada está fuera de lugar. El sonido, la fotografía y la banda sonora van de la mano y ayudan a crear la atmósfera desconcertante y peligrosa de la película. Todo esto sumado a las actuaciones impecables de todos los involucrados (una ronda de aplausos para el director de casting Howard Feuer, inclusive) hace de The Silence of the Lambs una obra maestra para ser visto, re-visto e incluso estudiado.

Siempre es bueno ver clásicos, y volver a visitar a Hannibal y Clarice siempre es una experiencia escalofriante, sin importar cuántas veces mires la película. No es por nada que Silence of the Lambs se encuentra entre las películas más analizadas y estudiadas (solo haga una búsqueda en YouTube y aparecerán docenas de ensayos en video). Si aún no ha visto la película, intente encontrar una manera de verla, ¡porque cada minuto fuera de la pantalla se pierde un minuto!

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