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Stoker: crítica de cine

Nuestra opinión

8 10

A pesar del resultado esperado, Park Chen-Wook logra trascender su historia con el poder de su puesta en escena. Un thriller sulfuroso, fascinante e inquietante, Stoker captura fácilmente la complicidad de su espectador. Descubra la reseña completa de la película STOKER a continuación.


El cine coreano tiene la costa. En los últimos años, muchos directores coreanos han exportado y cruzado el Pacífico. Después de Kim Jee-Woon y el último bastión, ahora es el turno de Park Chan-Wook. Aclamado por numerosos premios: Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Cannes por Chico mayor en 2003, Premio del Jurado en 2009 por Sed, esta es mi sangre -, el cine de Park Chan-Wook provoca reacciones epidérmicas. Considerado como dotado por algunos, autor de un cine hinchado que apenas oculta el vacío de sus palabras para otros, Park Chan-Wook no es unánime.

Stoker, su última película, debería desencadenar las mismas reacciones ya que el director no ha perdido su celo cinematográfico. El guión es de Wentworth Miller, el actor estrella de la serie Prison Break. Señales de director coreano un thriller negro, inquietante y sin aliento. Stoker anuncia el tema: el título presenta la metáfora del mal (Bram Stoker no es otro que el autor de Drácula). Los habituales encontrarán temas queridos por el director: maldad, perversidades humanas, apariencias engañosas y una cámara casi agonizante.

Después de la muerte de su padre en un extraño accidente automovilístico, India, una adolescente, ve a un tío, de quien ella no estaba al tanto de la existencia, venir a establecerse con ella y su madre. Muy rápidamente, la niña comienza a sospechar que el hombre tiene otras motivaciones que aquellas para ayudarlos.

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Fogonero

Una historia aparentemente banal. Tan común que casi nada sucede durante la primera hora. Y sin embargo, nos aferramos. El espectador permanece suspendido sobre el tema. La llegada de este misterioso y desconocido tío Charlie (referencia hitcockiana), nos pone en el oído: algo va a suceder. Es una evidencia.

Park Chan-Wook juega con el espectador. La luz brillante que se adueña de su película contrasta terriblemente con la atmósfera tensa, minutos tras minutos. La decoración especialmente cuidada, una casa burguesa rodeada de un exuberante jardín, también nos informa gradualmente sobre la personalidad de los protagonistas. Nada se deja al azar: la gramática cinematográfica está perfectamente dominada. Park Chan-Wook está inspirado en el cine de Alfred Hitchcock, que siempre cita como referencia, y tiene éxito.

Fogonero

Sobre todo, el director logra mantenernos alerta por sus elecciones técnicas. Usando largas distancias focales, hizo a sus personajes más complejos y aumentó el efecto opresivo. Del mismo modo, los primeros planos de los insectos (la araña es recurrente) producen los mismos efectos. Multiplicando los disparos de secuencia, usando inmersiones de contra-inmersión, arroja dudas sobre las relaciones de dominación que se desarrollan dentro de este trío. Mucho más que los diálogos, es la puesta en escena lo que nos fascina y avanza la película.

La elección de marcos, de nuevo, no es trivial. Como esta magnífica escena en la que India toca el piano con su tío, quien se transforma, por técnica cinematográfica, en una escena de sexo febril. En el giro de una escena que creemos que es banal, llorando en la ducha, somos engañados, deambulamos, nos sorprendemos y nos volcamos. Las apariencias engañan.

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Fogonero

Inevitablemente, la película cambia. Los personajes se revelan, las máscaras caen. El uso sutil de una escalera permite la inversión de posiciones: de dominante a dominado. El director filma esta secuencia como un ballet en el que los dos personajes se entregan. Finalmente, se entregan las claves para la comprensión. El resultado está acordado. El final es casi esperado. Podemos estar decepcionados. No es tan. Park Chan-Wook logra magnificar este escenario por su puesta en escena, por la calidad de la fotografía y por una música juiciosamente elegida. Sublima perversidades humanas, involucrando al espectador, cautivado por su técnica, en un juego perverso y masoquista de gato y ratón.

Fogonero

La película obviamente le debe mucho a sus artistas. En un papel que recuerda al de la película Les Autres de Amenabar, Nicole Kidman es perfecta como una esposa solitaria que busca consuelo. Matthew Goode es un tío inquietante y atractivo. Lleva las ambigüedades de su personaje con garbo. Finalmente, la actuación de Mia Wasikowska exige respeto. Ya notada en Restless de Gus Van Sant, le da a su papel el contenido y la ambigüedad necesarios. De una joven pasiva, inmersa en la introspección, atenta e hipersensible, se revela poco a poco preocupada y amenazadora.

Stoker es múltiple. Narrativa iniciativa. Novela de suspense hechizante. Película insalubre e inquietante. Difícil quedarse mármol. Al sublimar los deseos condenables y despertar la empatía por sus personajes, el director coloca al espectador en una posición inestable e incómoda, culpable y emocionante. Park no es Haneke. Si el director austriaco pone en escena perversidades humanas, ya no molesta a nadie. El cine violento del director coreano, nos cautiva, nos seduce. Ir a ver a Stoker es correr este riesgo: encontrar una poesía para la violencia.

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