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Critica | Con Ben Stiller excelente, “The States of Things” es un trabajo único y diferente de Mike White

Ben Stiller regresa al cine dramático en 2017, esta vez con “The State of Things”. Escrita y dirigida por Mike White (guionista de School of Rock), la película cuenta la historia de Brad (Ben Stiller), un padre de unos 50 años que vive un momento difícil en su vida. Se ve a sí mismo como un […]

Ben Stiller volvemos a las películas dramáticas en 2017, esta vez con “The State of Things”. Escrito y dirigido por Mike White (guionista para Escuela de Rock), la función cuenta la historia de Brad (Ben Stiller), un padre de unos 50 años, que vive un momento difícil en su vida. Se ve a sí mismo como un fracaso, envidia a sus amigos de la universidad que se han vuelto famosos y ricos, y está completamente obsesionado con eso. Sin embargo, su vida no es miserable, tiene un buen hogar, una esposa que lo ama, un hijo brillante que puede ser aceptado en las mejores universidades del país, y es precisamente con esta contradicción que el conflicto central de “El estado de las cosas”.

Definitivamente es un drama para la clase media blanca estadounidense, con crisis y sentimientos de personas que están en la clase media en los Estados Unidos. Sin embargo, la película es consciente de dónde encaja, y es honesto al respecto. Se sabe que los problemas que Brad está experimentando no son el fin del mundo, pero que para esa persona, en esa situación, este problema, que parece pequeño desde el exterior, es de hecho gigantesco.

Y ahí es donde entra el guión de Mike White, y con muchos méritos. Conduce la narrativa muy bien, con un alivio cómico puntual, siendo una película directa y simple, que se cuenta en primera persona. Vivimos dentro de la cabeza de Brad, casi literalmente. La película está dirigida por voces en off (narraciones) del personaje todo el tiempo, de lo que está pensando en medio de todas las situaciones que atraviesa. Lo que sería un error fatal en otras historias, pero aquí, encaja perfectamente. Y de esta manera, entendemos y vivimos sus dramas, sus problemas se vuelven comunes para nosotros, incluso si no tenemos 50 años o un hijo que puede ser aceptado en Harvard. (Esto está en el trailer, no te quejes de spoilers)

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Las actuaciones, del personaje de Brad y su familia, su hijo Troy (Austin Abrams) y su esposa Melanie (Jenna Fischer), son perfectas y reflejan exactamente lo que Brad está experimentando y cómo estas dos personas encajan en su vida. . El desarrollo de los diálogos es necesario, siempre al ritmo correcto, sin una exposición exagerada de información o una prisa por llegar a algún lado. El ritmo es el correcto para esta historia. Los personajes secundarios son puntuales, reflejan algo que experimenta el protagonista, y todos dicen algo que es perfecto para sus personalidades específicas, que afectan a Brad de alguna manera.

El único aspecto negativo del guión es cuál sería el clímax de la película. La escena carece de una carga emocional y dramática, manteniendo el mismo tono que el resto de la película. No es un momento malo o débil, pero carece de intensidad. El final, sin embargo, es diferente y tentador, trayendo una conclusión perfecta a la historia, pero pierde parte de su impacto, debido al clímax simplista que lo anticipaba.

En la dirección, las blancas también hacen un gran trabajo. Su trabajo de cámara es simple pero efectivo, con un buen uso de la cámara en su mano, lo que refleja la inestabilidad del personaje de Ben Stiller. Un hombre que no pierde el control externo, pero que está en el caos interno. Su dirección de actuación es excelente, todos desempeñan sus papeles muy bien, manteniendo un alto nivel de actuaciones durante toda la película. Pero los aspectos más destacados van al trabajo de Mike con la asamblea, siempre lo necesita, insertando todo en el momento adecuado, voces en off, recuerdos, visiones, todas posicionadas increíblemente bien, y para la banda sonora perfecta de Mark Mothersbaugh (Thor: Ragnarok). Con violines casi gritando sutilmente en los momentos de incertidumbre y dificultad de Brad, y un piano más ligero y dócil en momentos de ligereza y “progreso”.

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El diseño de producción y la dirección de arte también hacen un gran trabajo con el escenario, con la historia ambientada en Boston y filmada en Montreal, y los trajes, que reflejan muy bien los cambios y las situaciones emocionales de los personajes.

Finalmente, todo el elenco merece mucho crédito. Luke Wilson, Jemaine Clement y Michael Sheen, como los amigos de la universidad de Brad, se ven geniales, e incluso con pequeñas apuestas, llaman la atención. Austin Abrams, como Troy, logra mantener la postura que su personaje necesita a lo largo de la historia, y presenta una actuación muy sólida. Jenna Fischer, como Melanie, y especialmente Shazi Raja, como Ananya, una amiga de Troy que estudia en Harvard, tiene pocas escenas, pero muestra mucho compromiso con sus roles. Y, por supuesto, lo más destacado es Ben Stiller, ofreciéndonos una de las mejores actuaciones de su carrera, y nuevamente demostrándose ser un excelente actor dramático. Un papel con la cara de Stiller, que abrazó y realizó a la perfección.